Cuenta la leyenda que una tal miss Betty Flanagan, distinguida propietaria de "La vieja taberna" y vecina de Yorktown, inventó en 1779 un bebedizo que, bautizo como Bracer, expendía en una botella con forma de gallo. Sus clientes, soldados en su mayoría del marqués de Lafayette que combatían junto a los insurgentes norteamericanos, eran al parecer entusiastas de tan estimulante innovación. Poco familiarizados con la lengua inglesa, únicamente habrían retenido la expresión cocktail ("cola de gallo"), llevando la idea y la palabra al regresar a su país.
Se dice también que Henri de Toulouse-Lautrec, el gran pintor, no sólo fue innovador de su arte, sino que se entregaba con fervor a audaces experimentos a base de mezclas de licores, cuyos resultados daba a probar a sus amistades en su estudio de Montmartre. Parece que combinaba de cualquier manera, llevado de su inspiración, lo que muy probablemente dejaría secuelas poco envidiables en el organismo de sus invitados.
¿Es verídica la historia que cuentan en Burdeos acerca de que un hijo de esa tierra creó el primer combinado y lo exportó a Norteamérica, país que le dio nombre? ¿O es más cierta la versión según la cual la hija de un tabernero norteamericano perdió su gallo y ofreció como recompensa para el hallador un brebaje de su invención, bebida a la cual llamó cocktail en honor al desaparecido volátil? ¿Se trata acaso de una voz del inglés popular del siglo XVIII, y significa "de cola erguida"? Como se ve, la etimología del vocablo en cuestión es tan oscura evidente del éxito de lo que designa.
En cuanto a las primeras fórmulas de cócteles, parece que surgieron en la Inglaterra del siglo XIX durante la era de la reina Victoria, coincidiendo con el apogeo del Imperio Británico. En la década de los años 20 con la prohibición del alcohol se hicieron populares las bebidas de producción ilegal, estas al ser de baja calidad se solían mezclar con zumos, refrescos y similares para enmascarar el mal sabor. Al abolirse la ley seca se empezaron a consumir estas mezclas por placer y ya no por obligación.
Texto: Biblioteca del Gourmet (Cócteles)
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